El gran descubrimiento.

Se movía de una manera extraña. Muy rápido para un hombre de su edad.
Para quienes lo conocían era síntoma inconfundible del entusiasmo repentino de ver que su experimento daba frutos, de vislumbrar resultados extraordinarios un paso más adelante.
Porque tenía esa virtud, supongo que igual que un buen ajedrecista, que con su mente va dos o tres jugadas por delante del tablero.
Él podía adelantar los resultados de casi cualquier experimento y estar desarrollando en su imaginación el próximo antes de terminar el actual.
Y así estaba ese día, eufórico, conectando cables, mangueras y moviendo recipientes y aparatos sin parar.
Mientras tanto, el mundo seguía su rutina.
Afuera de su abandonado laboratorio la gente pasaba sin tener la menor idea de la importancia del descubrimiento que estaba por hacer el doctor Ramag.
Es más, nadie podía imaginar que ese frente descolorido con faltantes de revoque y esa vereda rota por las raíces de los árboles fueran de un laboratorio. Sin dudas parecían de una casa abandonada.
En realidad era su casa. Años atrás vivían ahí su mujer y sus hijos, pero el carácter ermitaño del doctor, sumado a su introspección lo alejaban de la gente, a veces de la realidad y con el tiempo, de su familia.
Su laboratorio comenzó siendo un cuartito en el fondo, en una esquina del jardín, pero poco a poco le fue quedando chico y pasó a ocupar una de las habitaciones de la casa, después dos y al quedarse solo, tiró algunas paredes y toda la casa pasó a ser lo que es hoy, un laberinto de mesas, aparatos irreconocibles y cajas.
-¡Mirá Fibo!
¿Te das cuenta de lo que significa esto?- Dijo a los gritos mirando a su perro.
El perro lo miraba ladeando la cabeza algo desconfiado. Que su patrón le hable podía significar dos cosas. Que esté muy feliz por haberle salido algo bien y eso signifique tenerlo de buen humor, que se acuerde de darle de comer y prestarle atención, o que descargue su frustración revoleándole una patada o alguna herramienta.
-Esto es increíble Fibonacci.
¡Esto funciona!-
Casi no hablaba con nadie. Solo lo necesario para comprar comida en el almacén de la esquina o en algunas casas de insumos industriales
En la mesa del experimento rodeada de aparatos había una campana de vidrio con algunas cosas conectadas en una maraña de cables.
El doctor puso dentro una manzana. encendió en secuencia todos los aparatos y después de llenarse de vapor la campana, un destello de luz azul. Al dispersarse el vapor, la manzana no estaba.
-¿Ves Fibo? se fue.
Llevaba años trabajando en una teoría y esa noche encontró la manera de demostrarla.
Podía hacer desaparecer la materia, pero sin cambios de energía, por lo tanto esa materia no se desintegraba sino que pasaba a estar en otro lado.
Los cálculos que le dijeran con certeza a dónde viajaba esa materia estaban inconclusos.
Varios pizarrones llenos de cálculos rodeaban un sillón donde el doctor se sentaba a pensar y ese detalle se le escapaba. Ninguna de las teorías aceptadas respondía a sus experimentos.
-La materia no se crea de la nada ni desaparece. Esa manzana está intacta en algún lado- Dijo en voz alta mientras apoyaba la frente sobre su mano.
Esa noche no durmió. Siguió armando aparatos, desarmó el interior de un armario, lo selló y comenzó a conectarle cosas.
Cerca del mediodía del día siguiente, metió un cuaderno dentro del armario, el plato de su perro lleno de comida y una botella con agua.
-Vení Fibo, tomá- Le dijo al perro que entró contento a comer de su plato.
-Buen día doña Eva ¿Que se cuenta?
-Bien don Ruben, haciendo las compras indispensables nada más, porque la jubilación alcanza cada vez menos.
-Uy, no se queje más ¿sabe cuánta gente quisiera vivir como usted?
-Si, tiene razón, la verdad es que hay quien está peor, por lo menos comemos todos los días.
-¿Que le doy doña Eva?
-Deme medio kilo de pan y trescientos gramos de jamón cocido.
-Al que no veo hace rato es a su vecino- dijo el almacenero mientras le cortaba el fiambre.
-Si mire, no se si no se habrá muerto ahí adentro, porque hace más de un mes que ni ruidos se escuchan. Y eso que no era muy silencioso. A veces eran las 3 de la mañana y ese loco estaba serruchando o clavando algo.
-Ni al perro veo, que solía soltarlo a la mañana y se la pasaba en la vereda ladrándole a todos los que pasaban.
- Ojalá que se hayan mudado- dijo la vecina mientras cargaba su bolsa y pagaba la compra.- yo no lo voy a extrañar.
-Que le vaya bien doña Eva, mándele saludos a su hermana.

Comentarios

  1. Muero por abrir la puerta de ese armario....¿Lo va a hacer usted más adelante? O simplemente nos quedaremos con la duda????
    Quién pudiera cambiar la materia de lugar así....yo por ejemplo adoro recorrer lugares pero odio el viaje que me lleva hasta ellos....¿Le pediría a su amigo al receta que me transporte sin necesidad de atravesar km por la ruta?

    PD...Se viene el segundo capítulo?

    ResponderEliminar
  2. Mola!!!!!! me gusta!!!! habrá segunda parte no? :D

    ResponderEliminar
  3. ¡¡Siii!! ¡¡Segunda parte!! yo podría apostar a que no se murieron en el intento porque si no la vecina seguro hubiera detectado un olor fétido cerca de su casa. Para mi que el perro, el amo y su liviano equipaje se materializaron en algún otro lugar, y que bueno que por lo menos el perro si llevó algo de comida porque lo que es el Dr. Ramag de seguro va a batallar mucho para adaptarse a la comida del nuevo lugar a donde llegó.

    ¡Necesitamos segunda parte! ¿a dónde llegó?, ¿qué hizo?, ¿alguien le ayudó con los cálculos? y sobre todo... ¿qué comió? :).

    Excelente historia y, por cierto, que almacenero tan ojoalegre mandándole saludos a la hermana jeje. ¡¡Saludos!!

    ResponderEliminar
  4. Gla:
    Es cierto, poder viajar sin sufrir el viaje sería un gran descubrimiento.
    Ud siempre está, que maravilla.
    Le mando un beso

    luxy:
    Bienvenida. Ahora que mis lectores se olvidaron de mi se agradece cualquier comentario y mucho más un nuevo visitante.
    Gracias por pasar, te mando un beso y nos seguimos leyendo.

    Myriam:
    ¡Pero que exigentes están todas!
    Hace meses que no escribo y cuando lo hago ya me presionan con una segunda parte.
    Me alegro que les pareciera al menos pasable, ya volveré al buen ritmo provablemente.
    Beso

    PD: Así son los almaceneros acá.

    ResponderEliminar
  5. A ver, Gamar... dejame adivinar: tu cuento terminó ahí, ¿no?

    ... Y me parece excelente.

    Saludos desde Buenos Aires.

    ResponderEliminar
  6. Obvio que estoy.....aunque sus ideas anden por otros rumbos, siempre paso a ver si atterrizan por aquí!!!! Así que eso de que sus lectores lo abandonaron....mmmm...No sea injusto!!!
    (Para no perder el training de pelearlo,vio?)

    ResponderEliminar
  7. mmm atravesaron un ropero y se fueron a otro mundo?!?!? no habrá un león como rey (depuesto) y una bruja malvada en ese otro mundo no? porque si es así ya sale una citación por plagio jajajaj

    A mi me gusta viajar, más que llegar, salvo cuando tengo que ir a trabajar, en ese caso prefiero que todo sea lo más rápido posible.

    Abrazo

    ResponderEliminar
  8. nick:
    No era un ropero, era un armario y no lo atravesaron, simplemente se usó como alojamiento estanco, pero, pero, mire, no me haga calentar.

    Roberto:
    Y si, son relatos breves. Tal vez comience otro donde este terminó, tal vez se me ocurra como seguirlo y hasta puede tener varios capítulos, nunca se sabe.

    Gla:
    Ya se que usted siempre está, es como el sol.
    Gracias a todos.

    ResponderEliminar
  9. Un relato muy interesante. Me ha gustado.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  10. El misterio de donde ¡y cómo! se rematerializa el sabio con su perro puede dar para más capítulos, pero a mi me parece más interesante dejarlo en misterio.

    ResponderEliminar
  11. ¿Una manzana y una señora Eva?
    Señor Ramag, otra vuelta de tuerca y de nombre. Usted sí que es un inventor.

    ResponderEliminar
  12. JuanRa Diablo:
    Usted si que es un lector de los que enriquecen, por favor, no se vaya nunca.
    Un abrazo.

    Amanteceres:
    Bienvenida.
    Acá es invierno, pero después de ver su blog me entró el calor.
    Beso

    FBM:
    Por el momento, me pareció un buen final, como metáfora de tirarse al vacío, desaparecer de esta realidad o bien estar demasiado seguro de sus ideas, pero claro que podría dar para continuarlo
    Un abrazo.

    disancor:
    Muchas gracias.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  13. A mi me pasa igual, se me ocurre una historia y luego ya decido si tiene segunda parte o no...
    Desde luego, el perro así lo desea jajaja
    Abrazos mil

    ResponderEliminar
  14. Yandros:
    Si, salvemos al perro, que al viejo nadie lo quería.
    Ya veremos
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  15. Me gusta!
    Dónde está la segunda parte?

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares