El raro del barrio-Capítulo 2

Ilustraciones de Maricarmen http://maricarmensendon.blogspot.com/

Una temporada se pusieron de moda los carritos a rulemanes.
El tío de uno de los chicos era mecánico y le fue fácil armarse uno con su ayuda, otro tenia uno heredado de un primo y varios, entre ellos Luciano, se armaron el propio, juntando tablas en el barrio, recolectando rulemanes en los talleres y armándolos a prueba y error.
En esa temporada era difícil dormir la siesta, esos carritos no son nada silenciosos. El rodar del metal sobre el asfalto hace un ruido ensordecedor para el piloto y muy molesto para los vecinos, pero nada de eso evitaba que se armaran carreras, en las que la pareja se conformaba, con un piloto, y otro que empujaba sobre la espalda del conductor. A veces la competencia incluía cambio de piloto. Se corría hasta la esquina, donde se intercambiaban y el conductor pasaba a empujar el bólido.
Esa temporada, además de ruidosa, se caracterizaba por las inevitables raspaduras en las rodillas y codos de los accidentados. Era muy difícil que alguno exhibiera una rodilla sin cascaritas de cicatrización.
También era motivo de peleas, por supuesto, todos querían ser pilotos, nadie quería empujar y en ocasiones se pasaban mas tiempo discutiendo que corriendo.
Como todas las modas, esa pasó, como suele suceder también, ya volvería a reflotarse.
La tecnología, ya en ese tiempo, fue suplantando al arcaico carrito a rulemanes por la patineta (primer nombre del scate). En ella, aparte de ir sentado como en el carrito mientras otro empujaba, se podía andar parado solo o remolcado por una bicicleta. Una ventaja mas era que las nenas se animaban a subirse a ellas, aunque preferían los patines.
En la cuadra eran mayoría de varones, nenas eran solo dos o tres, pero solían venir algunas primas o sobrinas de algún vecino.
Una de esas vecinas, la mayor, tenia la edad de Javier, vivía en la casa de al lado de Javier, estaba enamorada de él. Lo seguía siempre que podía y era la chica más pesada y molesta que uno pueda imaginarse.
Un diálogo repetido hasta el cansancio:
- Che Javier, Silvina es tu novia?
- ¡Nooo, cruz diablo!
Había fechas propicias para demostrarle a Silvina lo poco que le interesaba a él su compañía. Si era carnaval ella no podía pasar por su vereda sin que le cayera un baldazo de agua. Cerca de las fiestas de fin de año los petardos explotando a sus pies eran comunes.
Todos los años, para la época de la poda, el parque se llenaba de enormes pilas de ramas que el municipio acumulaba mientras hacia el trabajo otoñal.
Era una época en la que el aspecto del parque cambiaba totalmente y se prestaba para nuevos juegos.
Llega Javier a la casa de Luciano.
- ¿Tenés una pala?
- Si
- Tráela
- ¿Para que?
- Vamos al parque, vení
Ni pensarlo. Para salir detrás de Javier Luciano estaba siempre dispuesto. Seguramente lo que fuesen a hacer seria divertido.
- Vamos a hacer un pozo acá, cerca del eucalipto grandote este. Le dice Javier.
- Pero para que? Pregunta Luciano intrigado
- Es para hacer una trampa, como en las películas, después le ponemos ramas, un poco de pasto y no se ve.
- ¿Pero que vamos a cazar?
- Al animal más feo
Luciano se devanaba los sesos tratando de imaginarse que animal feo podía pasar por el parque, que él nunca había visto más que perros.
- Hay que hacerlo bien grande para que entre la gorda anteojuda
- Ah, es para Silvina. ¿Pero como vas a hacer para que se caiga ahí?
- Vos la vas a traer, a vos te cree, si la llamo yo va a sospechar.
Terminaron el pozo, pusieron muchas ramas de la pila de la poda, por encima otras más finitas y encima de todo eso, muchas hojas sueltas y pasto. Desparramaron mas hojas en los alrededores para que no desentone y como todo estaba lleno de hojas secas, el engaño pasaba desapercibido totalmente.
- Ahora vas y le decís que la estoy esperando atrás del eucalipto grande. Si te pregunta para que, decile que no sabes, que te dije que la llamaras y nada más.
- Esta bien. Dijo Luciano mientras corría para salir del parque en busca de la enamorada no correspondida.
Acercarse a Silvina y Alejandra era un acto de arrojo. De bebe Luciano era el muñeco de ellas dos, lo paseaban, en verano lo bañaban en la piletita inflable que poco despues el mismo destrozó a mordiscos y a medida que pasaron los años a él comenzó a incomodarle que lo usaran de juguete y principalmente… que le pellizcaran los cachetes.
¡Que obsesión!
Pero allá fue. Tratando de parecer tranquilo como le había dicho Javier.
- Hola. Dijo Luciano mientras los cachetes se le iban poniendo colorados de los nervios que no sabia ocultar.
- ¡Hola Lucianito!
- ¿Cómo te va? Le dijo Alejandra mientras le apretaba los cachetes y los dejaba mas colorados que antes.
- Javier dice que te está esperando en el eucalipto grande.
- Ay, vamos dijo Silvina emocionada.
- ¡Nooo!. Grito Luciano mientras agarraba de la mano a Alejandra.
- A vos no, a ella sola.
- Bueno, pero vamos las dos, yo la acompaño pero me quedo lejos con vos. Le dijo Alejandra mientras lo alzaba en brazos y salían al trote para el parque.
En la cabecita de Luciano se sucedían todas las posibilidades:
Que se cayeran los tres, que se cayeran Alejandra y él en brazos, que se cayera él solo.
Pero las cosas no salieron así. Unos metros antes del gran árbol Alejandra lo bajo y se sentaron los dos en el pasto mientras Silvina seguía caminando emocionada imaginando que le había llegado el día en que Javier se había decidido a corresponderle su amor.
A medida que se acercaba al enorme tronco, aparecía la figura de Javier, con su cara de pícaro y Silvina no pudo contener las ganas de salir corriendo a sus brazos.
Todo salió bien. Javier era muy bueno para los cálculos.
Todos los chicos del barrio firmaron o hicieron algún dibujito en el yeso de la pierna derecha de la pobre Silvina.
- ¡Es la piel de judas! Decían las madres del barrio.
Luciano no lo veía así. Sabia que Javier era bueno, solo que no medía muy bien las consecuencias de lo que hacía.

Comentarios

  1. Bien, ya puedo leerlo sin los simbolos extraños. Y la letra un poco mayor ayuda :)
    ¿Quieres saber como se pone un link directamente en un nombre?

    ResponderEliminar
  2. Hola colega, tengo el karting del otro lado de la pared.
    En las vacaciones pasadas le hice uno a mi hijo de 7 años.
    Era tanto el entusiasmo para hacerlo que sin darme cuenta quedo como para mi tamaño (ni me acorde que 30-35 años le cambian el tamaño a uno). Tuve que ponerle una madera en el medio para que apoye los pies.

    Muy buena la historia, recuerdo, cuento (tachar lo que no corresponda).

    Tiene bastantes partes que coinciden con mi infancia.

    SAludos

    SAludos

    ResponderEliminar
  3. Ja ja, si, Renegado, digamos "cuento". Tal vez éramos del barrio.
    A ver, contame, tu hijo, disfrutó del karting?.
    Porque a mi me pasó hacerles a mis hijos un barrilete espectacular y ser yo el que terminaba remontándolo.
    A veces la nostalgia nos hace sobre valorar algunas cosas.
    Un abrazo y gracias por pasar.

    Haideé, te has convertido en mi correctora oficial, cualquier sugerencia tuya sera bienvenida.
    Saludos, desde donde quieras

    ResponderEliminar
  4. Leyendo el cuento, también volví a mi infancia .Mis hermanos tres varones, mayores que yo, muy protectores ellos,se las ingeniaban muy bien para no dejarme jugar con las carrilanas .Siempre con la excusa de que no era juego para niñas. Me decían que era muy peligroso .Aunque después me viesen subida a los árboles.¡¡¡¡ Pobre Silvia !!!!!.Quedan muy bonitas las pinturas .Gracias

    ResponderEliminar
  5. Maricarmen, no hay halago mas bello hacia un cuento que decir que logró transportarte, muchas gracias por eso y por las pinturas.

    ResponderEliminar
  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  7. Silvia, me estas preocupando. Si mi imaginacion creo tu historia, tal vez no sea imaginacion, sino que en realidad soy clarividente...mmmm leer la mente de las damas, perdon, me distraje.
    Por supuesto que voy a buscar esa historia, leerla y replantear mi vida.
    Saludos y gracias por pasar.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares